Aparecieron ayer a lo largo de toda la ribera norte y en la desembocadura de los afluentes provenientes de Tucumán. En esa zona determinaron ayer ausencia de oxígeno en las aguas, en un radio de 5 kilómetros.
LAS TERMAS, Río Hondo (C) La contaminación está llegando al punto más grave en lo que va del año. Ayer aumentó considerablemente la cantidad de peces muertos o agonizantes en el embalse y en la desembocadura de los ríos tucumanos.
Miles de ejemplares fueron hallados por EL LIBERAL durante un recorrido de tres horas, conducidos por un experimentado guía de pesca. Las imágenes reflejan el avanzado daño ocasionado por la eliminación de desechos industriales en los principales tributos tucumanos que desembocan en el lago.
“Te juro hermano que tengo una sensación de tristeza y dolor por el castigo que le están haciendo al ecosistema. ¿Es posible que mueran tantos peces en este semejante espejo de agua?”, cuestionaba fastidiado Carlos Álvarez, el guía que trasladó al periodista hacia la zona conocida como Toro Mocho, La Reserva, Rincón de Atacama y la desembocadura del río Salí, sitio donde el agua presenta un color oscuro, similar al petróleo crudo, y con un olor insoportable.
En un radio de 3 kilómetros aproximadamente, en la zona de Toro Mocho y la desembocadura del Salí, miles de bagres muertos estaban diseminados. También se pudo observar presencia de sábalos de gran porte y tarariras. “Están aniquilando el próximo desove del bagre, no sé si el lago tendrá bagre dentro de un tiempo, estos bichitos siempre andan por abajo, cerca del sedimento, están muriendo de todos los tamaños”, explicó Álvarez.
Para el guía, la aflicción que tienen sus pares comenzó el verano pasado. “Ya no se pesca un dorado. Uno supone que el animal está enfermo o se está alimentando bien con el pescado que muere por la contaminación, pero hablo con los guías y todos están en la misma situación. Lo peor de todo es que no sólo nos perjudica a nosotros, sino a toda la comunidad de Las Termas ¿Qué lago le vamos a ofrecer al turista?”, expresó preocupado.
De regreso, cerca del mediodía, EL LIBERAL se acercó vía terrestre hacia la playa Popular y el paredón del Dique Frontal. En la orilla y escondidos entre las piedras, se hallaban cientos de bagres, pejerreyes y tarariras muertos.
La presencia de los cardúmenes impresionó a turistas que llegaban para disfrutar de una mañana agradable y soleada. Sin embargo, otros turistas dejaron pasar por alto la masiva cantidad de peces muertos que eran comidos por perros y gallinas y extrajeron sus cañas para pescar desde la orilla.
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